Descripción
Auténticas prisiones flotantes, las galeras se impulsaban principalmente con el esfuerzo de lo que entonces se denominaba, despectivamente, la chusma, formada por esclavos, algunos hombres libres o buenas boyas y otros condenados por la justicia, los galeotes. Hombres que en muchas ocasiones expiraron en el banco de boga mientras un oficial, el cómitre, azotaba sus espaldas para conseguir más velocidad, ya fuera para atacar al enemigo o para huir de él. La galera, dueña del Mediterráneo, sirvió como barco de guerra durante un largo período de la historia,. Herederas de antiguas embarcaciones romanas y griegas, las de los siglos XVI y XVII eran en sí mismas pequeñas ciudades flotantes donde hombres libres, oficiales, capellanes, cirujanos y pasaje convivían en un estrecho espacio, en condiciones inimaginables para una mentalidad del siglo XXI, en el «infierno abreviado» como lo definió algún literato del siglo XVI.